domingo, 19 de abril de 2020

SENSACIONES JUGUETONAS I


       
      Todo un fin de semana lo tenía para mí, él, que era un chico muy ocupado,
       me dijo que le apetecía que fuera su sumisa ( no me negué).
       Me citó en un hotel, tenía todo preparado para jugar.
       Puso unas reglas antes de empezar:

             - Estar de acuerdo con la utilización de cuerdas, dildos, mordazas, vibradores,
                 látigo, esposas, plug anal, lubricante, aceite,...
              - No hablar, ni gemir. Si lo hacía, me castigaba dándome unos azotes en el culo.
             - Responder si o no con la cabeza.
             - Permitir el sexo oral, vaginal y anal.
             - Dejar que me escupa, que me grabe,...
             - Hacer garganta profunda incluyendo arcadas y vómitos.
     
               
    Estuve de acuerdo con las reglas. Se acerca a mí y me va quitando la ropa.
    Me quita el vestido, las braguitas, me recoge el pelo y me obliga
   a tumbarme en la cama. Desnuda, me alza los brazos, me ata las manos
   con una cuerda, suavemente, y luego, me coloca una mordaza,
   enseguida empieza a salir saliva.
   Estoy tan excitada y nerviosa.
   Comienza a desabrocharse el pantalón y quitarse la camiseta... Se queda sin nada.
   Me coge y me lleva a la bañera. Embadurna mi cuerpo en aceite tocándome entera.
   Exigía que me pusiera de rodillas y de espaldas. Así hice.

              - ¿Quieres que te folle nena?
              -  Me giro y le dije que si con la cabeza.
                       
    Me inclina bruscamente hacia delante, me agarra de la cintura e introduce
    su polla dentro de mi, noto como su gran miembro choca en el interior
    de mis paredes, gimo, me da un fuerte azote en el culo y me tira del pelo.
    Estimulaba mi ano con el plug, queriéndolo abrir poco a poco,
    llegando a introducirlo, pero estaba tan cachonda que se expandía solito,
    seguía dándome duro.
    Quería decirle que me frotara el clítoris pero no podía hablar.
    Intento tocármelo, me ve, me dice que no vuelva a hacer eso,
    y empieza a darme unos golpecitos con su mano derecha. Me estremecí.
    Tenía el plug en el ano, su polla en mi vagina, y su mano en mi clítoris.
    Era una explosión de placer.
    Nuestros cuerpos estaban mojados...
   El sudor de ambos y el aceite se mezclaban...
               
                   
                    
                         

jueves, 26 de marzo de 2020

Bésala


Ese día por la mañana, no quería que fuera a su casa, decía que tenía cosas que hacer, lo notaba nervioso. Algo me escondía.
Así que decido ir después de comer, de sorpresa. Tenía las llaves de su casa, por lo que pude entrar. No había nadie. Preparé unos crêps con chocolate y fresas para jugar un poco... Y me senté en su cama. Eran las 5 y media y aún no había llegado... 
De pronto, escucho la puerta y unas risas... estaba con otra chica.
No supe reaccionar y me escondí en el armario.
Los vi, vi como  se besaban y se tocaban.
Eso me gustó, me gustó verlo con otra chica que no fuera yo.
Algo faltaba en nuestra relación.
Me golpee con una percha y se escuchó en todo el cuarto. Me habían pillado.
Mi marido abrió el armario. Se quedó sin palabras.
Me abalancé sobre él y le besé. Le quité la poca ropa que llevaba.
Me presento a la chica y le planté un buen morreo. Era alta, rubia, tenia los ojos azules y unas tetazas para fijarse en ellas.
Seguimos besándonos, ella y yo. Mi marido estaba cachondísimo, jamás lo había visto así. Se tocaba y se masturbaba mordiéndose el labio. Puse mi triangulito encima
de su boquita, deseaba estrangularlo entre mis piernas.

Él tocaba mi culo, yo los pechos de la chica, ella los míos, mientras se metía el pene lentamente en su vagina.
Estuvimos un rato en esa postura, después cogí las fresas y se las puse a él,
una en la boca, otra en el pecho, en el ombligo, y la última
se la restriego por toda la polla y me la meto en la boca, mmmmm deliciosa.
Mientras la compañera se comía las demás fresas, me pongo toda su verga en la boca. Estaba tan excitado que se vino enseguida.
Nosotras seguíamos como perras en celo, no nos podía dejar así.
Él le comía el coño a ella, a la vez que me masturbaba. Y al revés.

Fue de locura. Volvería a repetir. Así que decidimos llevar una relación abierta en todos los sentidos.

lunes, 10 de febrero de 2020

Aquel chico



     Tenía que irme temprano para casa, así que preparé la ropa, la metí en la maleta
     y salí pitando. Me subí en el bus. Estaba un poco vacío  porque llegué antes de tiempo.
     Me senté, y al cabo de un rato, se empieza a subir gente. Un chico se sienta a mi lado.
     Quito las cosas del asiento y las dejo en el suelo.

     En el camino notaba que me miraba de reojo, me dijo que le sonaba mi cara,
     pero a mi la suya no era recordada. Hubo risas y tonteo.
     Mientras me hablaba, le miraba a los ojos y fantaseaba en mi cabeza lo que
     pudiera ocurrir a continuación.
     Deseaba que me dijera cosas sucias que subiera la mano por mi muslo y
     me levantara la falda, tocara mi pubis, seguido de mi clítoris y finalmente
     mi vagina introduciendo sus dedos ya humedecidos con su saliva, poco a poco.

     A la vez que le besaba,  le desabrochaba el pantalón, me apetecía tenerla en mi mano,
     saber como era. Tocarla. Seguro que suave y quizás un poco mojada.
     Pensaba en follármelo ahí mismo.
     Me imaginaba encima de él, moviendo mis caderas en vaivén, con cambios de ritmo
     dignos de placer, estimulando mi ano, para que pudiera entrar una pequeña parte de su
     dedo o tal vez todo su pene.
     Llegué a mi destino con las braguitas mojadas.
     Y deseaba masturbarme pensando en aquel chico.
     Solo estuvo un momento en mi mente. Que sensación esa, la de sentirte, deseada...