lunes, 10 de febrero de 2020

Aquel chico



     Tenía que irme temprano para casa, así que preparé la ropa, la metí en la maleta
     y salí pitando. Me subí en el bus. Estaba un poco vacío  porque llegué antes de tiempo.
     Me senté, y al cabo de un rato, se empieza a subir gente. Un chico se sienta a mi lado.
     Quito las cosas del asiento y las dejo en el suelo.

     En el camino notaba que me miraba de reojo, me dijo que le sonaba mi cara,
     pero a mi la suya no era recordada. Hubo risas y tonteo.
     Mientras me hablaba, le miraba a los ojos y fantaseaba en mi cabeza lo que
     pudiera ocurrir a continuación.
     Deseaba que me dijera cosas sucias que subiera la mano por mi muslo y
     me levantara la falda, tocara mi pubis, seguido de mi clítoris y finalmente
     mi vagina introduciendo sus dedos ya humedecidos con su saliva, poco a poco.

     A la vez que le besaba,  le desabrochaba el pantalón, me apetecía tenerla en mi mano,
     saber como era. Tocarla. Seguro que suave y quizás un poco mojada.
     Pensaba en follármelo ahí mismo.
     Me imaginaba encima de él, moviendo mis caderas en vaivén, con cambios de ritmo
     dignos de placer, estimulando mi ano, para que pudiera entrar una pequeña parte de su
     dedo o tal vez todo su pene.
     Llegué a mi destino con las braguitas mojadas.
     Y deseaba masturbarme pensando en aquel chico.
     Solo estuvo un momento en mi mente. Que sensación esa, la de sentirte, deseada...

 
   

   




   
   
     
     

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